viernes, 4 de marzo de 2011

8 Muestra SyFy, día 1: Matt Damon sabe ponerse un sombrero

Hay que admitir que cada vez cuesta enfrentarse más a las adaptaciones de los textos de Philip K. Dick, probablemente por la saturación de las mismas o por el indebido trato que se le suele dispensar a la obra impresa. En todo caso parece ser que el filón resulta inagotable, y aunque no suelen resultar un valor seguro en taquilla -exceptuando Minority Report (Steven Spielberg, 2002) en los últimos años-, parece que tendremos que templar los prejuicios ante sus adaptaciones para largo.

The Adjustment Bureau (George Nolfi , 2011) parte de la vertiente del escritor en la que se plantea los recovecos del poder, de cómo siempre existe un elemento superior del que escapar requiere adentrarse en un juego esquizofrénico de realidades y apariencias... En teoría, puesto que el primerizo George Nolfi decide optar por una senda más convencional y delimitada, recurriendo a explicaciones un tanto peregrinas para justificar los límites del poder de los agentes (¿agua y sombreros?) y no ampliar el abanico de posibilidades que promete de un comienzo y que no termina por desarrollar. La absoluta omnipresencia que sugiere un grupo de gente dedicada a marcar el destino de la humanidad se queda corto ante tales limitaciones, lo que arrastra parte de la importancia del romance -en teoría- imposible o el libre albedrío del protagonista. La excesiva verbalización de la metafísica de taberna tampoco ayuda, quizás a la zaga de Inception (Christopher Nolan, 2010), aunque la complejidad de esta última requiere de ello; en definitiva, gran parte del problema de The Adjustment Bureau es intentar dar una suerte de mensaje filosófico-religioso-sentimental sin una base lo suficientemente sólida, excesivamente conservadora y, sobre todo, ingenua.

Más interesante resultan otras lecturas paralelas. Llegado a un punto de la película, uno no se quita la sensación de estar viendo una reflexión del oficio de guionista: Nolfi, coguionista de la última parte de la saga Bourne y absoluto escritor en esta, parece estar dando a entender -y esto es pura especulación propia- cierto desánimo en el acto de colaborar en un guión, sobre todo en la escena donde los agentes intentan parar a Norris modificando sus circunstancias y las de los que le rodean. El tira y afloja de los mismos con el protagonista no deja de ser una representación del ejercicio de escribir a cuatro -o seis- manos: si Inception resultaba un absoluto paralelismo del acto de hacer cine*, The Adjustment Bureau podría haberse convertido en una fabulosa proclama por el ejercicio del guionista y los avatares a los que se enfrenta, pero la excesiva complaciencia que demuestra en el libreto por darle un sentido lastra en buena manera todo ese discurso -lo que hace que aprecie más el salvaje giro de Adaptation (Spike Jonze, 2002)-.

En conclusión, parece ser que K. Dick sigue condenado a revisiones livianas de su obra. Porque si hay algo apreciable en ella es el sentido de humor subyacente, casi dañino; esa misantropía que demostraba un observador escasamente sociable y, por ello, tremendamente objetivo. La mayoría de sus adaptaciones resultan de una solemnidad casi ofensiva, un vuelco vacío de sus maravillosos conceptos para darle cierta forma a persecuciones y diálogos pretendidamente profundos. Una lástima ante una bibliografía repleta no sólo que buenas ideas, si no también de un modo de ver, comprender y lamentar la naturaleza humana con mucho ingenio y humor.

Si me preguntaran por una adaptación en la que realmente encuentre ese elemento, no dudaría por un segundo: Total Recall (Paul Verhoeven, 1990)

*Estupendamente comentado por Toshiro Kurosawa en su blog La Fortaleza Escondida

*Quizás el elemento más perturbador (y coherente con la película) de toda la proyección haya sido el dejar móviles y cámaras, el cacheo con detectores metálicos y los agentes de seguridad con gafas de visión nocturna paseando por los pasillos de la sala para detectar posibles grabaciones.

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