miércoles, 12 de diciembre de 2012

El videodromo(III)


Sorcerer(carga maldita) de William Friedkin



La primera película de Friedkin tras el exorcista fue el remake de la obra maestra francesa ''el salario del miedo'' de Clouzot. Gran parte de la trama ocurre en un pueblo perdido de Costa Rica donde 4 personas con vicisitudes muy diferentes deben transportar un material peligroso entre puentes ruinosos, fango y tormentas tropicales.

Aunque el resultado final dista mucho de la obra que adapta, la pericia técnica del director justifica el visionado, con un estilo muy parecido al utilizado en French connection, tono muy realista y de gran fuerza visual(como la escena del puente), aunque arrastra el problema de que la productora metió mano en el montaje cortando muchas escenas lo cual lastra bastante la narración y su profundidad, aún así es una película intensa, donde se plasma el miedo, el cansancio y sufrimiento de los personajes, con un buen reparto(sale incluso Paco Rabal en un personaje muy alejado de los que solía hacer habitualmente) y planos de gran calidad.

Creo que se merece un mayor aprecio del que tuvo, algo habitual en la carrera de Friedkin(ya le ocurrió algo parecido con su excelente A la caza que recibió excelentes críticas en Cannes cuando volvió a proyectarse en un nuevo montaje).


Le passage (Trayecto mortal) de René Manzor



Drama francés bastante sombrío que combina el cuento infantil y la fantasía apocalíptica, aparte de ser una obra en cierto modo innovadora mezclando la animación y la imagen real, no de manera brillante pero si convincente.

Alain Delon es el protagonista, co-guionista y productor del film, quizás por ello su interpretación está algo falta de fuerza ante tantas responsabilidades durante el rodaje aunque su talento y presencia le bastan para mantener a flote la situación.

El guión es bastante curioso y original, centrado principalmente entre un padre dibujante de comics que está preparando una película, su hijo pequeño y la muerte como entidad que recurre al padre para que este le otorgue la posibilidad de destruir el mundo con una película sobre la violencia porque está harta y aburrida de su trabajo.
Lo mejor para mí es la relación padre-hijo con escenas llenas de fuerza y sentimiento cuando ambos miran los rostros de cada uno(el hijo viendo un vídeo de su padre, el padre viendo un dibujo de su hijo), lo peor el montaje, deslabazado e inconexo, y algunos momentos un poco ridículos entre Delon y la muerte pero es una obra que plasma muy bien el amor entre un padre y su hijo por encima de todo.






The Pawnbroker (El prestamista) de Sidney Lumet



Una obra que trata el stress post-traumático de una manera brutal a través de los ojos de un judío que sobrevivió al Holocausto y regenta una tienda de préstamos.
Sus vivencias a través de flashbacks, su pasotísmo, frialdad e indiferencia ante las personas y el entorno que le rodea definen al personaje de Rod Steiger que ofrece una interpretación mastodóntica e inolvidable.

Lumet se acompaña de un guión carbonizado y vacío de sentimentalismos como el corazón del protagonista y una amplia versatilidad de movimientos de la cámara con primeros planos y recorridos  amplios sobre su persona para acentuar la sensación de angustia y pesadumbre.
El contrapunto lo pone una banda sonora jazzística dirigida por Quincy Jones que aparece con fuerza en el tramo final de manera desaforada y en cierto modo alegre para dejar la duda de si el protagonista vuelve a recobrar la fuerza y el deseo por vivir.

Lo peor aunque no necesariamente malo, podría definirse como ante tal centralización sobre el protagonista el resto quede algo desdibujado y simplificado y la puesta en escena parece algo mundana pero recrea bien el Harlem empobrecido y peligroso sometido por explotadores de la época de los 60.


10 Rillington place(el estrangulador de Rillington place) de Richard Fleischer



Tras el estrangulador de Boston, Fleischer volvió a abordar la historia de un asesino en serie, en este caso la historia de John Christie, que ocultaba a sus victimas en el jardín de su casa y las violaba mientras las estrangulaba(y posteriormente).

Mientras la anterior entraba en el género más policiaco, en esta vemos la manera de actuar del criminal y su personalidad más profundamente(todo muy estudiado previamente utilizando los archivos sobre el caso disponibles), un mentiroso compulsivo que manipulaba no sólo su vida sino los que le rodeaban.
Excelente su presentación con la taza de té y sus educadas maneras, que acaba siendo parte de su modus operandi, rodado todo con excelsa naturalidad y parsimonia, lo cual le otorgaba un grado de repulsión extra a lo que sucedía posteriormente.

Inmenso el reparto, obviamente encabezado por Attenborough que hace un trabajo titánico por mostrar de la mejor manera posible la mezquindad y maldad del personaje pero sin excesos físicos ni manierismos. No se queda atrás la labor de John Hurt, marioneta del asesino y cabeza de turco durante años, magnificos los gestos de incredulidad e inocencia en su rostro, totalmente superado por las circunstancias.

A destacar también el buen trabajo de Fleischer con los fuera de campo y la puesta en escena, con esa escalera y esas habitaciones tan lúgubres(tremenda la escena cuando Christie, cuerda en mano, sube por la escalera para matar a la niña pequeña).



martes, 18 de septiembre de 2012

El videodromo (II)


Hardcore, un mundo oculto de Paul Schrader



Un padre, tras desaparecer su hija, descubre que participa en películas porno; posteriormente trata de encontrarla y se mete de lleno en un universo totalmente desconocido que le cambia para siempre.
Buen retrato de la América de familia perfecta enfrentada a la creciente ola del mercado pornográfico que el país vivió en los 70, y donde la mentalidad puritana de aquellos tiempos se enfrentó a un mundo sórdido, repulsivo y moralmente reprobable para aquellas mentes.

Prácticamente se podría definir como la segunda parte de Taxi driver tanto a nivel ambiental como fotográficamente; normal, viendo quien está en la dirección. No alcanza la excelencia de la película de Scorcese pero sabe manejar con fuerza y un ritmo adecuado el tipo de relato en el que se mueve, repleto de pesimismo, urbes sucias, personajes indeseables y personas que pierden su identidad.


Pontypool de Bruce McDonald



Con una escenografía casi teatral y ampliamente reducida con escasos medios se crea una obra repleta de tensión, angustia e incertidumbre. FUNDAMENTAL verla en versión original para disfrutar de la portentosa interpretación de Stephen McHattie. Una más que agradable sorpresa entre tanta superficialidad y repetición de esquemas. Supuestamente habrá una secuela en 2013.


Shock(suspense) de Mario Bava



Último trabajo en celuloide del maestro del terror europeo acompañado por su hijo Lamberto (posteriormente hizo un trabajo para tv). Es un trabajo irregular con la clásica atmósfera opresiva, malsana y con planos inquietantes que ha caracterizado la carrera del director pero en esta ocasión el guión posee algunas lagunas o momentos risibles (el momento del cutter volador me parece de lo peor) que desvirtúan el trabajo global, normal estando un inútil como Lamberto rondando en la escritura.

A pesar de ello hay que destacar el esfuerzo interpretativo de la protagonista y su evolutivo paso hacia la locura creada tanto por la casa como el comportamiento de su hijo pequeño, donde incluso Mario roza el elemento incestuoso entre madre e hijo.

La película se apunta a la moda de las bandas sonoras de música progresiva y oscura de la época, en este caso dirigida por el grupo Libra que es demasiado deudora de Goblin(aunque algo más esquizo), aún así cumple en apoyar las escenas más inquietantes.

No es una película a la altura de mis favoritas (Operazione Paura, La Máscara del Demonio, Las 3 caras del Miedo) pero posee una fuerza vital estimulante y con un sabio uso de los espacios cerrados y los tiempos muertos para atemorizar al espectador, así como la relación entre madre e hijo y los cambios de comportamiento de éste; lo peor, la austeridad visual que destila (se nota que no pudo estar realmente tras la cámara y estar simplemente asesorando), la irregularidad del montaje y el guión.

Aún así, una despedida digna y con buenos momentos por parte de un director legendario.


El hombre ilustrado de Jack Smight



Buena película que adapta el mítico libro de relatos de Ray Bradbury, aunque en el film sólo aparezcan 3 de ellos, en este caso los enfocados puramente a la ciencia ficción (hay otros ligeramente más orientados al terror), y que analizan la naturaleza humana y su relación con la tecnología. Es una película de estética muy luminosa, muy estilo Robert Mulligan con paisajes muy cálidos y colores vivos, no es una maravilla pero el trabajo visual me parece bastante correcto.

La fortaleza cinematográfica reside en la excelente interpretación de su protagonista, Rod Steiger, que se come la pantalla como el hombre lleno de ilustraciones en su cuerpo, y que busca a la mujer que se los hizo para vengarse ya que lo considera una maldición, mientras narra a un joven viajante en la época de la gran depresión, su historia y las historias que contiene su cuerpo a su vez.

Quizás la adaptación no sea del todo acertada y que el estilo de Bradbury no sea muy cinematográfico pero aún así es una obra cuidada y que no aburre en ningún momento. Las historias pueden adolecer de ser algo previsibles y de escaso peso dramático pero se compensan con el trabajo de Steiger.


El héroe anda suelto de Peter Bogdanovich



Enorme thriller, sencillamente brutal, el testamento de una leyenda llamada Boris Karloff. Escalofriante la frialdad y la naturalidad con la que Bogdanovich nos muestra al asesino de masas que aparece paralelamente en el relato, quien a pesar de sus actos no pierde ese aspecto angelical que le caracteriza.

Aparte en la obra de Bogdanovich se nos transmite la disyuntiva de la violencia en la realidad y el cine, y donde un actor de terror ya no se ve capaz de transmitir miedo a los espectadores porque la realidad supera claramente la ficción. Se podría decir que es cine dentro del cine y un poco la manera de Karloff de verse a si mismo en su ocaso. Magnifica.

lunes, 6 de agosto de 2012

El Videodromo

The Quiet Earth de Geoff Murphy


Notable obra neozelandesa de ciencia ficción apocalíptica que se podría definir casi como un cruce de Soy leyenda y Primer, no en el sentido estricto, pero sí en el concepto global.

La primera media hora creo que está excelentemente desarrollado el aislamiento y soledad del protagonista, alcanzando cotas no vistas en otras obras tanto de paranoia como locura. Desgraciadamente, la trama evoluciona hacia parámetros menos interesantes y dando excesivas respuestas explicativas hasta su tramo final, que vuelve a crecer hasta terminar con el clásico plano impactante del cual sacar varias teorías.

A destacar, a pesar del escaso presupuesto (1 millón de dólares), el diseño de producción y el buen uso de los escenarios y la música para crear un suspense de calidad. Lo peor, el poco nivel de los actores, que a pesar de que no afecta en exceso si se echa en falta mejores interpretaciones y carisma. El primer plano del film, por cierto, recuerda mucho a Danny Boyle.

Una obra muy estimable, recomendable y con un primer tramo excelente. Decir que Geoff Murphy ha hecho películas posteriores como Freejack (sin identidad) o Young Guns 2 (la de Kiefer Sutherland) y como director de segunda unidad en el Señor de los anillos de Peter Jackson.


Harlequin de Simon Wincer


Interesante thriller fantástico donde un misterioso mago se adentra en la vida de la familia de un político para salvar la leucemia del hijo y para algo más...

Película que continúa el sendero de la fantasía australiana iniciada con La última ola, aunque en esta ocasión con un tono más desenfadado y menos onírico aunque manteniendo una ligera complejidad narrativa. Visualmente es algo pobre, pero se sustenta gracias a la arrebatadora personalidad del protagonista encarnado por un solvente Robert Powell (el Jesús de Nazareth de Zeffirelli).

La obra guarda en cierto modo relación con la historia de Rasputín y la influencia que ejercía sobre el zar ruso Nicolás II, todo esto llevado a un entorno político moderno. Como ya digo, es interesante y con un tono de misterio que engancha a pesar de cierta vulgaridad en los planos y algún efecto casposo.
La carrera posterior del director poco o nada se acerca a lo mostrado en este film, quedando como un trabajo aislado.

El grito de Jerzy Skolimowski


El thriller terrorífico como punto de unión del cine de arte y ensayo, una película sórdida y diferente, repleta de esoterismo y una excelente puesta en escena, con un Alan Bates impresionante, lleno de carisma y maldad.

Aunque he nombrado el thriller de terror como punto de identificación de la obra, es una película difícil de catalogar de primeras; el punto de esoterismo la une mucho con Weir y el psiquiátrico donde se inicia la trama con Alguien Voló Sobre el Nido del Cuco aunque la conexión sea muy sibilina.

Acompañando a Alan Bates encontramos actores británicos de gran calidad como John Hurt, Jim Broadbent, Tim Curry y Susannah York. Los diálogos están acorde a la extrañeza del relato, muy cortantes y espesos a su vez pero con planos largos de gran belleza destacando obviamente el momento del ''grito''.

Junto a Deep End y Le Départ, de lo mejor de la carrera del director polaco.



viernes, 25 de mayo de 2012

Randy time!











martes, 13 de marzo de 2012

9 Muestra SyFy, días 3 y 4: El funeral del susto

Debo sentir de un comienzo la tardanza por las siguientes crónicas, tardanza derivada de circunstancias de causa mayor tales como que no me apetecía una mierda escribirlas. A su vez, también debo disculparme por no cubrir todas las películas del festival, habiéndome saltado The Prodigies 3D (Antoine Charreyron, 2011), Atrocious ( Fernando Barreda Luna, 2010) y Apollo 18 (Gonzalo López-Gallego, 2011) ante la promesa de invertir mejor el tiempo entre cenas y amistades. Pero de igual manera que son pocos los que leen este blog y que no debo rendir cuentas a nadie, invito al presente (de haberlo) a que obvie este párrafo en toda su extensión.

 La jornada del sábado, que suele ser la jornada de la carnaza en todas las muestras a las que he asistido, reservaba dos films de interés por los nombres tras ellos: Lucky McKee, uno de los realizadores de terror más interesantes de la última década (y van...) y Abel Ferrara, un alma en pena perdida en su propia autocomplaciencia nihilista. El primero brinda con The Woman (2011) un auténtico paseo por las miserias de la civilización occidental con pulso de cirujano, adaptando el material del ahora idolatrado Jack Ketchum con una progresión digna del más experimentado realizador del horror.
  De primeras, el planteamiento de "terror feminista" resulta un encasillamiento atroz, en tanto la película consigue acaparar un espectro de bajezas humanas poco usual en el género a estas alturas; sin embargo, se ajusta perfectamente a la definición en tanto la figura del padre represor, de buena planta, humor y carisma (ídolo de su hijo o, al menos, pastor de su oveja) condiciona al resto de personajes femeninos sin cortapisas, sin moralinas; simple y llanamente una fuerza autoproclamada que primero las humilla, por segundo las somete, con ello las enfrenta y, por ende, las provoca para su particular cruzada. Todo el tramo final es un auténtico despliegue de metáforas sobre la transformación (que no destrucción) del núcleo familiar, siempre supeditado a figuras superiores, y el extraño y hermoso plano final resulta más revelador que cualquier proclama rancia y conservadora sobre familias modernas (sí, estoy pensando en cierta serie de televisión).
  McKee borda la función con su estilo directo y lírico, atrevido por momentos, siempre ajustado a las exigencias del guión; el uso del sonido de forma visceral, induciendo a la tortura, o de la arriesgadísima banda sonora que podría rozar el videoclip pero que, con sapiencia, economiza en las escenas más truculentas y emocionantes de la película hace de él un director que, película a película, demuestra una madurez estilística y temática pocas veces vista en estos tiempos.

Ferrara, sin embargo,decide aguar el buen gusto con su personal promocional de Apple (dos portátiles, dos iPhone, un iPad... ¡títulos de crédito con la estética de Apple!); 4:44 Last Day on Earth (2011) entra en esa categoría de Ferrara posterior a The Funeral (1996), donde todas sus películas son palos de ciego con algún que otro ramalazo interesante, pero de un nivel y falta de interés indigno del realizador de King of New York (1990) o Bad Lieutenant (1992). Lo que en sus obras era un Nueva York salvaje y vivo, ha ido transformándose paulatinamente en un lugar repelente, de artisteo barato e ínfulas grandilocuentes, con el cáriz de lástima que provoca vislumbrar el círculo hermético y autocomplaciente en el que se ha asentado y desde donde sus obras maestras no son más que un buen recuerdo.
El lamento es mayor en tanto uno se para a pensar en el leitmotiv de la película bajo el prisma de los buenos años del realizador, y el juego que hubiera dado su visión pesimista y compleja sobre los personajes ante la idea del fin del mundo. A falta de suerte, Ferrara se queda en tierra de nadie en un mundo donde los únicos referentes de su fin son el exceso de información, más pecado donde cae que concepto extrapolado; en unos collages visuales banales , impersonales, de reminiscencias de un videoarte absolutamente desfasado (del tipo que ya nace desfasado, diría). Con todo, hay momentos en los que se deja entrever (escenas de charlas comunes, un soliloquio desesperado) que no todo estaría perdido de no ser por el propio anquilosamiento del autor. Al menos sus películas con Asia Argento mostraban pechos más grandes.

Pasando a lo que sería la última jornada del festival, y obviando el Phenomena que decidí perderme, la llegada de The Innkeepers (Ti West, 2011) suponía una de mis mayores esperanzas dentro de la muestra, más por comentarios ajenos sobre la obra de su autor y las ganas de saciar mi curiosidad sobre ellos. Con total fortuna el joven realizador crea una película sencilla e intimista sobre dos personajes perfectamente reconocibles, en base a la clásica historia de fantasmas tratada desde el punto de vista del fan de estos fenómenos. Lejos de mostrar al típico papanatas de curiosidad grimosa, el guión de West planta a ambos en una posición ligeramente escéptica, más pendientes del pasar el rato en un trabajo aburrido que de la búsqueda de resultados, y donde las primeras apariciones de fenómenos van desvelando los intereses de cada uno. De una forma natural y creíble somos cómplices de esos intereses, de las motivaciones del joven abocado a un trabajo alienante y donde las espectativas de futuro pasan por remover el pasado sin conocer bien sus consecuencias. Todo envuelto de una factura implecable, con buen pulso sobre el ritmo que exige el género (incluido algún acto de chulería para con el espectador) y el maravilloso juego consistente en obviar el susto para recoger la reacción del mismo; que el momento más terrorífico de toda la película no sea enseñado suma puntos, y aunque no resulte nuevo sí que recalca los intereses de un realizador que puede dar mucha guerra con tales ideas. Si creen que me paso diciendo que se trata de terror clásico costumbrista, por favor, hagánmelo saber.

Un domingo a las 23:00 se presta a una película tranquila y sosegada, que vaya reduciendo el ritmo y frene la muestra sin estridencias: no parece ser la idea compartida por los organizadores, ya que Lobos de Arga (Juan Martínez Moreno, 2011) estaría mucho mejor colocada en una sesión golfa de madrugada de sábado. Sorpresa personal del festival, el director de la muy estimable Dos Tipos Duros (2003) ofrece una comedia simpática, perfecta para ver en compañía, respetuosa con el género del modo que las gastábamos por aquí hace bastantes años. Quizás los localismos rurales-gallegos jueguen fácil a su favor, o quizás que mis espectativas estaban tan bajas ante un reparto con Secun de la Rosa presente (actor del que entiendo el 50% de lo que dice, y de ese porcentaje le veré sentido a la mitad) y un cartel abominable, pero debería estar ya bastante curtido ante esos detalles como para tener que sorprenderme cada vez que encuentro una película que supera tan superficiales escollos. Todo el film respira del buen cine barato, una cierta idea de currarse los límites, y aunque de vez en cuando se precipite en escenas gastando todos sus recursos y dejando yermas otras tantas, en su conjunto resulta un estimable film que seguramente no corra tanta suerte ante el público objetivo. Recalcar la siempre genial presencia de Manuel Manquiña, que por lo menos a un servidor supone pensar en el clásico "todas putas, aunque lo piense" en cuanto la película mete un bajón; un ejercicio de abstracción que me ha salvado en muchas ocasiones.

 Dada por finalizada la muestra, recalcar la mejora en cuanto proyección en los Cines Callao, pero también apuntar incoherencias tales como contar con pase de prensa y no permitir fotografiar el interior de la sala; la insistencia ciega de algún acomodador con la mala gestión de las colas... y, por supuesto y queja de los más mitómanos (que no comparto), el fin de la era Palafox. Por mí que se queden aquí. Eso sí: con más asiático, por favor.

sábado, 10 de marzo de 2012

9 Muestra SyFy, día 2: El infierno es un lugar colorido

La predisposición asumida por el hecho de que la muestra presuma de ser "el ciclo del fin del mundo" me pesa, me pesa bastante; el género apocalíptico siempre me carga de seguidas si no me dan un tiempo prudencial, porque en teoría te están hablando de lo más gordo que nos puede pasar y, si me dan otra perspectiva del asunto cuarto de hora después, se pisan intereses en mi criterio. Toda esta neura personal se acentua en cuanto una de las películas mostradas está claramente doblegada a sus influencias y, lo peor de todo, a sus ínfulas de relevancia. La sombra de The Walking Dead y de The Road es amplia, y como toda influencia con un buen tratamiento de fondo, este se ve impulsado hacia superficie convirtiendo la supervivencia en algo rancio y, lo peor de todo, banal.

 La primera de ellas, Hell (Tim Fehlbaum, 2011), producción de Roland Emmerich (el extrañamente proclamado "maestro de la catástrofe"), se distiende del tono del megalómano germano ante una historia pequeña, intimista y delimitada a cuatro personajes; un guión claramente mecánico y funcional, de ritmo dilatado en exceso y economizando la producción con lugares comunes, ténebres y baratos.  Sin embargo, lo que en principio no dejaría de ser una película irrelevante, esconde a un realizador bien prestado a crear ambientes opresivos y sucios, a integrar a los personajes en beneficio a una percepción general de desolación y desesperanza, y que incluso los convencionalismos más chabacanos del género sabe manejar con una buena planificación visual. Aún con su frágil ritmo con predisposición al aburrimiento general, se trata de una película a medio gas de un realizador al que pienso seguirle la pista.

 Quizás la más embebida por la obra de Kirkman es Stake Land (Jim Mickle, 2010), producción llegada con dos años de retraso pero que, como es habitual en la muestra, se asume como estreno ante la desidia nacional a la hora de traer material de fuera. Con toda probabilidad la más lírica, trabajada y menos interesante de ayer, y todo por un excesivo sentido estilístico derivado del ansia de mostrar influencias desde Mallick al terror más directo, creando un batiburrillo sin coherencia ante una historia bien hilvanada. Una lástima que tantas pretensiones (más dignas de un alumno recién salido de la escuela con demasiada manga ancha que de un realizador pendiente del guión) lastre lo que podría haber sido una gran road movie de vampiros zombificados, con una pareja protagonista deudora del chambara que realmente cae en gracia. Curioso fenómeno el de comprobar que, a medida que la historia se va a haciendo más interesante, la forma va hundiéndola. Una auténtica lástima donde el componente del fanatismo religioso hubiera dado una visión muy interesante sobre una sociedad desmembrada que solo cuenta con la promesa de un lugar mejor; no el lugar, si no la promesa. Lo dicho, una pena.

 Por suerte y para rematar la jornada "oficiosa", el placer de disfrutar de nuevo de una de las mejores gamberradas de los últimos años: Hobo with a Shotgun (Jason Eisener, 2011), el derivado en largo de aquel trailer ganador de un concurso Grindhouse, y que pasa por ser la auténtica heredera del espíritu Troma, más que la continua y trasnochada aceptación de que todo lo que tiene grano viene de los setenta. Al igual que la película anterior recoge influencias con grandilocuencia, aquí lo que se respira es un respeto sumo a todo el cine basura de Kaufman, al giallo más chungo y, lo más jodido aún, a las risas malsanas que uno se echaba cuando veía esas maravillosas abominaciones en compañía. Por ello mismo agradecí quedarme a verla en comunidad aún habiéndola visto antes. La muerte de infantes de forma festiva, el desprecio al débil llevado hasta el paroxismo se disfrutan más rodeado de gente; todas las miserias humanas superando un límite donde solo la risa es la única salvación de una mente cuerda, y donde los bienpensantes se enorgullecen de serlo quedando como imbéciles a la hora de enfrentar su supuesta moralidad a los preceptos de la serie Z. Esa criba social a raíz de una película que solo la B, la Z y, en general, una mente libre de ataduras éticas ante la creatividad es capaz de hacer. Para más inri, Eisener y cía. se permite el lujo de unos diálogos profundos y desoladores sin que ello enfrente el colorista y paranoico mundo de ese transmuto de Tromaville que es la bautizada Fuck City,  donde el infierno tiene tanta cabida como las ganas del espectador de mayores burradas. Y por lo más divino, una mención aparte para Rutger Hauer: que un actor con su carrera y su bagaje no solo se preste a una producción así, si no que además borde al personaje con la maestría de cualquier grande deja claro que estamos ante unos de los grandes actores de todos los tiempos, sin que se me caigan los anillos por decirlo. Por fortuna, y como suele pasar con este tipo de producciones, su trabajo será apreciado con una cercanía y honestidad que de otro modo no sería posible

¡Larga vida a la amoralidad en el creatividad!

viernes, 9 de marzo de 2012

9 Muestra SyFy, día 1: El olvidado lugar del héroe

Cuando un proyecto se dilata tantísimo como lo ha hecho John Carter (Andrew Stanton, 2012) lo máximo que se puede esperar es un resultado tan manoseado que, en el momento de tocarlo, notas los dedazos de todos los involucrados sin poder encontrar una superficie donde poder coger; de igual manera, todo prejuicio y condicionamiento sobre lo que se mueve por detrás se ven potenciados, desvirtuando la perspectiva, prestándose a una suerte de cruzada personal contra la película si el material de base es apreciado.

 Porque sobre la obra de Burroughs tengo que admitir una gran afinidad, no tanto por su calidad como por ese poso de años y años, el de una referencia aventuresca imperdurable que no cabe en razón alguna más que el puro goce de conceptos exóticos. El sense of wonder que quería evitar usar, pero que se ajusta perfectamente a lo que intento definir... y que el film de Stanton recoge a la perfección, destrozándome a medida que avanza el metraje cualquier atisbo de desconfianza que guardaba con total recelo. No se trata del solemne tostón con pretensiones profundas a la usanza de Avatar (James Cameron, 2009) ni de otros trasvases director animación-imagen real con mucho ruido y poco fuelle como Las Crónicas de Narnia (Andrew Adamson, 2005) que esperaba, si no de un auténtico despliegue de cariño por lo exótico, por ese espíritu pulp que exigía cada relato de Burroughs y que, a día de hoy, cuesta encontrar (o mejor dicho, encontrarlo apreciado). No sabría constatar si la mano de un amante de tales historias como Michael Chabon en el guión tendrá que ver; en cualquier caso, la película discurre cómoda entre lugares inhóspitos, entre el caballero andante y los esterotipos que le rodean.

Y todo se resume en dejar al espectador que se recoste, que no haga ningún esfuerzo en buscar trascendencia y que se deje llevar por lo cotidiano del fantástico. Mensajes más sencillos para épocas más turbulentas (la creación del héroe, la liberación del yugo), máquinas voladoras, intrigas palaciegas y saltos inverosímiles: el esfuerzo (que no debe ser esfuerzo) de la aceptación de un mundo que, en su vuelco cinematográfico, me resulta tan evocador y endiabladamente divertido como pasar otra página de una de esas historias que, lamentablemente, no parecen tener mucha cabida a día de hoy.

*Detalle para todos los paranoicos que buscan antecedentes: Tengan a Traci Lords y Antonio Sabato Jr.: Princess of Mars